EL OJO
Volver a ser un niño es lo que muchos adultos en algún momento desean como un sueño de los favoritos.
Sentado en algún del parque, puedo observar a unos niños que juegan corriendo torpemente entre los arbustos y árboles esforzándose por encontrar algún insecto extraño que los haga detenerse a investigar el descubrimiento, otros andan por ahí jugando con una pelota que patean hacia cualquier lugar, por que a esa hora de la tarde nada importa solo jugar hasta el agotamiento.
Algunos muchachos más grandes montan sus skates y realizan piruetas que poco a poco van saliendo mejor, ellos también solo se divierten y sudan en cada salto, y si la pirueta sale bien se miran entre ellos buscando emoción en las miradas que atentas observan cada deslizamiento.
En las bancas hay de todo, pero ahí ya todo cambia, comienza la preocupación, los pensamientos están más acelerados, la pareja de gorriones parece no estar muy contenta y comparten silencios prolongados, como queriendo escapar con la mente y luego volver como si nada hubiera pasado.
Una gastada anciana que anda en silla de ruedas tiene la cabeza copada de cabellos color plata y a través de sus grandes anteojos contempla a las dos señoras que la acompañan, ellas hablan en forma pausada y no se ríen por nada parece que los temas de la tertulia deben ser delicados, no es para reírse.
También hay personas que están solas sentadas en las bancas, igual que yo, pero no puedo adivinar que están pensando.
Es bastante interesante este contraste. Mientras unos solo se divierten sin pensar en nada mas, hay otros que no pueden sacarse la preocupación de encima, eso si todos están en el mismo lugar “el parque”.
Pienso que cuando entramos a un parque y nos alejamos de cemento, debemos olvidarnos de todo y solo dejarnos llevar por la tranquilidad de estas islas urbanas, disfrutar de ese pedacito de naturaleza y adormecernos con el canto de las aves.
LAG
camaleonarti@hotmail.com
programamixtura@gmail.com
Sentado en algún del parque, puedo observar a unos niños que juegan corriendo torpemente entre los arbustos y árboles esforzándose por encontrar algún insecto extraño que los haga detenerse a investigar el descubrimiento, otros andan por ahí jugando con una pelota que patean hacia cualquier lugar, por que a esa hora de la tarde nada importa solo jugar hasta el agotamiento.
Algunos muchachos más grandes montan sus skates y realizan piruetas que poco a poco van saliendo mejor, ellos también solo se divierten y sudan en cada salto, y si la pirueta sale bien se miran entre ellos buscando emoción en las miradas que atentas observan cada deslizamiento.
En las bancas hay de todo, pero ahí ya todo cambia, comienza la preocupación, los pensamientos están más acelerados, la pareja de gorriones parece no estar muy contenta y comparten silencios prolongados, como queriendo escapar con la mente y luego volver como si nada hubiera pasado.
Una gastada anciana que anda en silla de ruedas tiene la cabeza copada de cabellos color plata y a través de sus grandes anteojos contempla a las dos señoras que la acompañan, ellas hablan en forma pausada y no se ríen por nada parece que los temas de la tertulia deben ser delicados, no es para reírse.
También hay personas que están solas sentadas en las bancas, igual que yo, pero no puedo adivinar que están pensando.
Es bastante interesante este contraste. Mientras unos solo se divierten sin pensar en nada mas, hay otros que no pueden sacarse la preocupación de encima, eso si todos están en el mismo lugar “el parque”.
Pienso que cuando entramos a un parque y nos alejamos de cemento, debemos olvidarnos de todo y solo dejarnos llevar por la tranquilidad de estas islas urbanas, disfrutar de ese pedacito de naturaleza y adormecernos con el canto de las aves.
LAG
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