El Inicio
Los días de estudio estaban por acabar, era momento de comenzar a pensar en alguna forma de seguir con todas las cosas que nos gustaban pero que además formara parte de nuestra profesión, sin dejar de llenar el vacío de las grandes metas por alcanzar. Era mediado del año 2001, y me encontraba en la búsqueda de generar ingresos para continuar con mi subsistencia, sin duda en ese momento era más que imprescindible, por ciertas obligaciones de tipo familiar. Mas surgió en un instante una alternativa, participar como invitado claro está, en algunos programas de Mixtura.
Como surge la invitación, pues un día me dijeron “no quieres compartir tus poemas o escritos con la gente, normal vas a la radio y te damos el espacio; pero el programa se hace en Huaycán, son los sábados por la tarde”. En aquel entonces vivía en el distrito de la Punta, en el Callao, y el viaje desde mi casa hasta ese sitio era impresionante, pues es un desvió de la carretera central, un tramo que sube hacia una colina que luego acaba en una explanada, donde habitan personas provenientes de provincias casi en su mayoría.
El primer programa al que fui como invitado me pareció toda una travesía, el camino a recorrer era alrededor de tres horas de viaje en combi, con tres trasbordos. Con unos poemas en el bolsillo y cierta curiosidad de saber cómo era ese lugar, los minutos iban pasando, observando en cierta forma cómo se va transformando la ciudad, desde la circunferencia de la urbe, de a pocos me alejaba de los edificios y me acercaba a zonas más expandidas. Mientras se notaba el cambio de clima, alejándome de la humedad hasta sentir un clima seco con el pasar de los minutos. Hice un segundo transbordo por pocos minutos, hasta que llegué por fin al Ovalo de Santa Anita (caso curioso, pues aquel lugar no presenta una figura ovalada por ningún lado, es tan solo un cruce cualquiera de avenidas, la avenida La Molina con la Carretera Central. Escuchar el bullicio de las diversas camionetas rurales, combis, por todos lados indicando diversos lugares, la mayoría de ellas teniendo como destinos principales a Chaclacayo y Chosica. Finalmente me subo a una de estas combis, después de preguntar bien si iba hasta Huaycán. El camino me presentaba un paisaje distinto, ya no habían tantas edificaciones, sino que aparecían las líneas del tren que va hacia el centro del país, tierras de cultivo, caballos y mulas pastando, carneros y la aparición de cerros, mientras a lo lejos e apreciaba el Río Rímac. Miro el reloj, ya han trascurrido más de dos hora y media de viaje, ya estaba por llegar.
En la entrada a Huaycán se aprecia una tranquera, que al parecer en algún momento tuvo un guardián y sirvió de seguridad para los residentes y ahora solo luce abandonada con ciertos vestigios de uso. Sigo avanzando, la combi va por la pista que dé a pocos parece mejorar, por tramos claro esta. Pasamos una acequia y doblo nuevamente, y listo llegué a mi destino, casas construidas con material noble, un parque o más bien dicho una pampa con algunas zonas con gras y varios arbolitos que luchaban por no marchitarse; desciendo de la combi pues me dicen que es el paradero final. Me encuentro a las faldas de un cerro cuyo camino hacia la cima se encuentran casitas de esteras y de triplay, al estilo de una invasión, es momento para resaltar el hecho que parte de la historia de este lugar esta relacionado con sendero luminoso, pues durante un tiempo militantes de esta agrupación terrorista hicieron proselitismo y se asentaron es sus alrededores sembrando el miedo y temor entre los habitantes del lugar; pero eso es ahora parte de la historia
Observo el reloj y me doy cuenta que es tarde, ya estaba por empezar el programa, si es que ya no había empezado, por cierto la única edificación que resaltaba allí era una dependencia de recaudación de impuesto de la Municipalidad de Ate Vitarte, pues a ese distrito pertenece la localidad de Huaycán. Por el resto la única antena allí me indicaba que debía de quedar la radio, la cual se encontraba frente del paradero y al costado de la Iglesia del lugar, entre sin conocer y no había a quien pedir información, subo una escalera de caracol de metal, atravieso una puerta; y observo la cabina de grabación, por el parlante interno se escucha el programa, espero un momento pues habían invitados que hablaban acerca de un proyecto de desarrollo local.
Parecía algo increíble mi presencia en el lugar, por instantes me ponía a pensar, vivo a 80 metros de la playa, cuando salgo de mi casa veo la Isla San Lorenzo, siento la brisa del mar y ahora estaba en medio de cerros, en un sitio totalmente distinto a mi barrio; cuanto más reflexionaba se volvía algo irreal, pero la sorpresa era bien agradable ya estaba allí no era una alucinación sino realidad. Ese día, en la radio, leí algunos poemas, hice algunos comentarios, creo que también sugerí algunos temas a tratar y se cerró el programa con el siguiente comentario “agradecemos la visita de nuestro amigo y poeta Jorge Vertiz, nos despedimos no sin antes decirles que los esperamos el próximo sábado, y no se olviden de escribirnos sus sugerencias y comentarios a nuestro correo, chau nos vemos”.
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