lunes, 14 de septiembre de 2009

El Ojo

El chicle de Rodax

Cada ves que veía a mi perro me causaba mucha gracia, siempre estaba acurrucado en algún rincón o si no estaba cerca de la cocina esperando a que le dieran algún bocado de lo que se estaba cocinando, pero cuando lo llamaba para salir dejaba todo lo que estaba haciendo, pues lo que mas le gustaba era salir a la calle como a la mayoría de perros chuscos (claro que cuando llego a la casa tenía toda la pinta de ser un cachorro fino), una ves en la puerta a punto de salir, se sentaba y me miraba moviendo la cabeza de un lado al otro, luego saltaba para que me apurase en abrir la puerta.

Ese día salimos a ver que había de nuevo en las calles del barrio y así estuvimos un buen tiempo dando vueltas hasta que fuimos a buscar a Lucas para ir al parque, el abrió la puerta y después de saludarnos con alegría nos hizo pasar para esperarlo mientras que el terminaba con algunos asuntos. Lo estábamos esperando en el jardín, yo trataba de distraer a Rodax para que no se orine en algún lugar prohibido y después terminar en algún problema.

Luego de algunos minutos Lucas volvió a aparecer y los tres salimos de la casa rumbo al parque El Olivar, en el camino nos encontramos con algunos amigos y conversamos un rato con la gente, pero al final llegamos a nuestro destino, nos sentamos cerca de la laguna y conversamos de distintas cosas, Rodax jugaba con un perro que andaba por ahí, mientras nos acomodábamos en una banca, yo busqué en mi bolsillo y saque un chicle para compartirlo, un rato después cuando la goma ya no tenía mucho sabor llamamos a Rodax para ver que hacía si le dábamos el chicle, al comienzo lo olfateó y no sabía si comérselo o no pero al final se animó a probarlo, comenzó a masticarlo y después acerco su hocico al piso y con su pata despegaba el chicle de sus dientes y lo apoyaba contra el piso y luego movía la cabeza hacia atrás estirando el chicle y esa acción la repetía varias veces dando la impresión de estar disfrutando de la pegajosa goma de mascar.

A Lucas y a mi nos pareció algo demasiado loco y nos reíamos a carcajadas era una situación bastante chistosa creo que si hubiéramos tenido una cámara para filmar a Rodax ese video podría aparecer tranquilamente en los programas de mascotas graciosas o algo por el estilo por que se notaba que la escena era improvisada y lo que hacia el perro no era muy común.

Después de seguir riéndonos por un largo tiempo me acerque a mi perro y le quite el chicle para que no se le pegara en el pelo, mire a Lucas que me observaba concentrado y le dije es mejor que se lo quite no vaya a ser que le pase algo, el asintió con la cabeza sin decir nada. Seguía pasando el tiempo y seguíamos sentados en la banca cerca de la laguna mirando todo que pasaba a nuestro alrededor a lo lejos veíamos a Rodax que corría entre los árboles persiguiendo a un cachorro, también a las palomas que andaban buscando a alguien que llegue y les de algo para picotear.
En el Olivar el ambiente es distinto, las cosas cambian, ahí es como si todos fueran amigos y se respira tranquilidad, el ambiente es relajo y el contacto directo con la naturaleza es el complemento ideal, por eso siempre volvemos a este parque para escaparnos por un momento del caos de la ciudad, respiramos, caminamos, nos relajamos y luego volvemos al asfalto para respirar y caminar pero ya de de otra manera.
Las historias van a continuar y los escenarios van a variar, nuevos personajes aparecerán pare seguir recordando los buenos momento de algunos años atrás.

Luis Artieda.

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