viernes, 4 de septiembre de 2009

El Ojo

Una gran amistad

Algunos años atrás solo me importaba jugar con cualquier cosa que encontrase en el camino y en esa constante búsqueda encontré a un niño que jugaba distraído en un jardín seco, fue ahí en los alrededores del parque El Olivar dónde comenzó una amistad que perduraría con el tiempo.

Me acerque al niño y lo quede mirando calculaba que era de mi misma edad y vi que jugaba con un robot era Optimus Prime y me quede pegado observándolo, después de un rato me acerque un poco mas y le pregunte ¿ adónde crees que va la parte de atrás del camión cuando de transforma en robot?, el niño no levanto la mirada pero hizo un gesto como si se concentrara para encontrar una respuesta, después de unos minutos me miro y me dijo ¿verdad no?, adonde se ira y los dos nos reímos, le pregunte como se llamaba y me dijo Lucas, yo le dije que me llamaba Luis y que vivía cerca de ahí, comenzamos a caminar y me pregunto si quería ir a su casa a jugar, yo acepte moviendo la cabeza y seguimos caminando.

Apenas llegamos a su casa salio una mujer a recibirnos era muy alegre y graciosa apenas me vio le pregunto a Lucas ¿y quien es este niño?, el sonrió y le dijo se llama Luis y vive cerca es nuestro vecino, el me dijo ella es mi mamá se llama Magdalena pero le puedes decir Magda, le dije hola Magda y los tres entramos a la casa. Estábamos jugando en el jardín y por una de las puertas Apareció Magdalena y nos ofreció unos panes con jamon y queso y jugos de papaya, de ese detalle no me olvidaría nunca.

Al día siguiente yo le comente a mi mamá que había conocido a un niño y que nos habíamos hecho amigos, le conté que se llamaba Lucas y que me había presentado a su mamá que se llamaba Magdalena y le dije si podíamos ir a visitarlos en algún momento y ella estuvo de acuerdo, me dijo que esta vez había que llevar algo para compartir, ese comentario me emociono.

La verdad es que yo a Lucas recién lo conocía pero ya lo había visto antes, cuando se mudo al barrio pasaba por mi casa y como yo estaba con los demás chicos lo molestábamos y cuando le decíamos “habla gusano” y nos reíamos, el no nos miraba y seguía de largo, yo presentía que era un buen chico pero igual me gustaba molestar a la gente y el era un punto ideal.

En los días que siguieron nos veíamos todo el tiempo, nos llevábamos muy bien y ya le había presentado a los demás chicos del barrio, el ya pertenecía a la mancha de El Olivar, su buen humor y sus locuras encajaron a la perfección en ese grupo de chicos que vivía en ese tiempo sus años maravillosos.

Esa amistad se mantiene intacta hasta la fecha. Historias como estas son las que me hacen sonreír cada ves que recuerdo mi niñez, espero seguir contándoles más de la gente de El Olivar y sus personajes a ver si se ríen igual que yo de estos recuerdos de niñez y adolescencia.
LM
camaleonarti@hotmail.com

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