martes, 30 de junio de 2009

El Ojo

La virtud de la sonrisa

Sus constantes sueños la convertían en una persona especial, distinta a todas las que trabajaban en aquel lugar. Sus ojitos negros y brillantes reflejaban su espíritu bondadoso y una constante curiosidad por las cosas que le llamaban la atención.
Siempre pensé que ella se alejo de nosotros de manera injusta (todos sabemos que la cuerda se rompe por la parte mas débil), pues era muy esmerada al realizar su trabajo, siempre pendiente de los detalles, aspecto imprescindible para la labor que realizaba, además de una intachable puntualidad a la hora de ingreso. Quizás su error estuvo en saber como manejar una adecuada relación con los demás trabajadores, pero tampoco se puede criticar a alguien por actuar de acuerdo a lo que considera justo, eso siempre se respeta y se debe defender.
Recuerdo con una sonrisa que cuando conversábamos ella siempre me contaba las cosas que hacia, nos gustaba analizar la letra de las canciones que sonaban en los parlantes de los diferentes ambientes del lugar y nos burlábamos de lo que decían, por que algunas letras no tenían mucho sentido. Ella hablaba con mucho orgullo de las cosas que pasaban en su barrio, pensaba que todo lo que sucedía ahí era especial.
Tenía muchas anécdotas, uno de ellas se refería a que cierta noche al llegar a su casa la esperaban un grupo de vecinos parados justo en la entrada, ella pensó que se trataba de alguna asamblea vecinal o algo por el estilo pero no, sucedía que su perro había matado al gato de un vecino y venían a advertirle que si lo encontraban suelto lo iban a desaparecer, a la mañana siguiente ella estaba muy preocupada, se sentía triste por tener que dejar a su mascota encadenada y quería volver rápido a casa para ver que todo esté bien.
En otra ocasión, a causa de su espíritu alegre, decidió representar al “payaso cucharita”, en la actuación que preparaba la iglesia del barrio y me contaba que después de unos días regresaba de la panadería y un grupo de niños corría a su alrededor y le pedían que hiciera como el “payaso cucharita” y ella accedió sin ningún problema al pedido y realizó algunas piruetas.
Y así era ella, una mujer alegre con toda la disposición posible, una mujer humilde, admirable por su manera de enfrentar la vida, muchas veces se tropezó, pero supo levantarse para seguir adelante.
Algo que me llamo la atención fue que ella nunca estuvo triste a la hora de irse, era una mujer muy creyente y sabía que Dios le daría algo mejor, de eso no tenía la menor duda, por eso se fue contenta y con la certeza de que todo lo que vendría sería mucho mejor.
Siempre pensaré que su alejamiento no se dio de forma correcta y lo que mas incomoda es que esta sociedad de apariencias y oportunismos no brinda posibilidades a las personas mayores, quienes son discriminadas en el ámbito laboral.
El estado no maneja políticas adecuadas para darle una pensión justa a las personas que han pasado la mayor parte de su vida trabajando para otros. Tampoco existen alternativas que puedan ubicar en un trabajo digno a las personas que siendo mayores aún están en plena capacidad para seguir laborando.
Solo espero que estés donde estés sigas con tu peculiar forma de vivir el día a día, siempre estarás presente y se que nos volveremos a encontrar en mejores condiciones y en un escenario mas agradable.

Los pajaritos cantan al verte sonreír,
es que tu amor al mundo logras transmitir,
y aunque siento dolor por quienes no están
mas con tu sola presencia todo quedó atrás.
Gondwana.


LAG
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