26/06/09
El campo volverá a brillar
“Papá, no quiero comer verduras, puedo comer el caldo y los fideos, pero la verdura no, ¿ya?”.
“Pero hija, debes comer todo; a ver, te hago el avioncito”...
Creo que en la mayoría de hogares esta escena es común, incluso nosotros mismos, cuando éramos niños, nos negábamos a comer las verduras; o cuántos preferimos comer las “papitas light” en lugar de una papa sancochada; bueno…, yo de niño era así.
A pesar de que nuestro país es históricamente agrícola, el nivel de consumo de estos productos es bastante bajo. La moda por la comida “chatarra” o “enlatados” va ganando cada vez más a los peruanos, en todas las clases o estratos sociales.
Paradójicamente, por la exportación, nuestros productos con altísimo potencial vitamínico, se convierten en manjar lejos de aquí.
A excepción de los campesinos que consumen lo que sus manos cultivan, la mayoría prefiere darse una vuelta por algún local de comida rápida. ¡Y pensar que nuestros antepasados tenían a la agricultura como base para subsistir!; pero al llegar los españoles esto cambió de manera radical, transformando para mal nuestra legítima cultura, tanto, ¡que irónico!, que algunos “sabios” hace ya varios años pusieran la figura de francisco pizarro (si, en minúsculas) en una plaza del centro de Lima.
Según nuestra Constitución, en 1920 se reconoció y legalizó la propiedad de las tierras pertenecientes a las comunidades indígenas, y se decretó el 24 de Junio como el Día del Indio; pero en la actualidad, en medio de las conmemoraciones por este día, nuestros hermanos trabajadores de la tierra viven tiempos muy difíciles. Los levantamientos justificados en distintos puntos del país son el pan de cada día; los campesinos abandonaron sus chacras y han salido a las calles en busca de ser escuchados. ¿Y dónde quedó la frase: ¡Campesino: el patrón ya no comerá más de tu pobreza!?
El Gobierno, luego de ver fracasadas sus distintas y brutales formas de represión, va dando paso al diálogo; que ahora es sólo un triunfo moral para los de abajo. Pero llegará el día en que nuestras tierras estarán libres de los patrones que aún piensan que en el campo viven los esclavos en lugar de personas. Llegará el día en el que ellos cosechen los frutos de lo que su esfuerzo sembró. Llegará el día en que la espiga brille libre en el campo. Llegará el día en que la hoz desbroce el camino a nuestra ansiada libertad.
“Hijita, vamos a plantar, acá saldrán, luego de algún tiempo, unas ricas papas, al otro lado unas habas, y allá los choclos que tanto te gustan; ambos cuidaremos lo que estamos sembrando y así darán su frutos”.
“Ah, ¿cómo en la historia de los campesinos que me contaste, papá?”.
“Así es, hijita, ¿te das cuenta cuán difícil es traer estas verduras a nuestros platos?”.
“¡Si papá; ahora sí voy a comer todas las verduras, para crecer fuerte y sana”.
“Pero hija, debes comer todo; a ver, te hago el avioncito”...
Creo que en la mayoría de hogares esta escena es común, incluso nosotros mismos, cuando éramos niños, nos negábamos a comer las verduras; o cuántos preferimos comer las “papitas light” en lugar de una papa sancochada; bueno…, yo de niño era así.
A pesar de que nuestro país es históricamente agrícola, el nivel de consumo de estos productos es bastante bajo. La moda por la comida “chatarra” o “enlatados” va ganando cada vez más a los peruanos, en todas las clases o estratos sociales.
Paradójicamente, por la exportación, nuestros productos con altísimo potencial vitamínico, se convierten en manjar lejos de aquí.
A excepción de los campesinos que consumen lo que sus manos cultivan, la mayoría prefiere darse una vuelta por algún local de comida rápida. ¡Y pensar que nuestros antepasados tenían a la agricultura como base para subsistir!; pero al llegar los españoles esto cambió de manera radical, transformando para mal nuestra legítima cultura, tanto, ¡que irónico!, que algunos “sabios” hace ya varios años pusieran la figura de francisco pizarro (si, en minúsculas) en una plaza del centro de Lima.
Según nuestra Constitución, en 1920 se reconoció y legalizó la propiedad de las tierras pertenecientes a las comunidades indígenas, y se decretó el 24 de Junio como el Día del Indio; pero en la actualidad, en medio de las conmemoraciones por este día, nuestros hermanos trabajadores de la tierra viven tiempos muy difíciles. Los levantamientos justificados en distintos puntos del país son el pan de cada día; los campesinos abandonaron sus chacras y han salido a las calles en busca de ser escuchados. ¿Y dónde quedó la frase: ¡Campesino: el patrón ya no comerá más de tu pobreza!?
El Gobierno, luego de ver fracasadas sus distintas y brutales formas de represión, va dando paso al diálogo; que ahora es sólo un triunfo moral para los de abajo. Pero llegará el día en que nuestras tierras estarán libres de los patrones que aún piensan que en el campo viven los esclavos en lugar de personas. Llegará el día en el que ellos cosechen los frutos de lo que su esfuerzo sembró. Llegará el día en que la espiga brille libre en el campo. Llegará el día en que la hoz desbroce el camino a nuestra ansiada libertad.
“Hijita, vamos a plantar, acá saldrán, luego de algún tiempo, unas ricas papas, al otro lado unas habas, y allá los choclos que tanto te gustan; ambos cuidaremos lo que estamos sembrando y así darán su frutos”.
“Ah, ¿cómo en la historia de los campesinos que me contaste, papá?”.
“Así es, hijita, ¿te das cuenta cuán difícil es traer estas verduras a nuestros platos?”.
“¡Si papá; ahora sí voy a comer todas las verduras, para crecer fuerte y sana”.
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