viernes, 8 de mayo de 2009

El Ojo

EL OJO
Siempre soñaba que manejaba una linda bicicleta por los caminos más escondidos de mi barrio, pero como les cuento solo lo soñaba, porque cada vez que despierto a la realidad, lo que me espera es la misión de cada día, salir a la calle a buscar algún ingreso tipo limosna para calmar el hambre; por eso aprovecho la luz roja de los semáforos para entrar en acción, a veces me da vergüenza pedirle a la gente que me ayude, pero igual hay que superar nomás y seguir juntando de moneda en moneda para tener algo que llevar a casa.
La mayoría de veces la gente me trata mal, me ignoran, se voltean y me muestran la palma de la mano para que no insista. También están otros personajes que son los enfermos, en varias ocasiones me han ofrecido subir a sus autos para dar una vuelta y comer algo, pero ya se lo que esperan a cambio, son unos seres despreciables, de mente trastornada, esos individuos son los peores, deberían desaparecer, ya le han hecho daño a muchos de nosotros.
También llegan los problemas con los agentes abusivos de serenazgo, ellos están mal, aparecen y nos botan tratándonos como a unos ladrones o pero aún, nos insultan, nos golpean y a veces hasta nos roban lo poco que hemos conseguido, teniendo que rogarle a la gente que nos regale esa monedita que les sobra, que esta en el fondo del bolsillo olvidada y medio sucia. Parece que nadie los controla, por que no creo que un alcalde pueda dar la orden de maltratar a un grupo de niños por pedir limosna en las calles. Aunque después de todo no sería raro que los alcaldes puedan pensar así, por que se que pueden hacer más para los que lo necesitamos y sin embargo no lo hacen y prefieren mandar a los serenos a que se ensucien en las calles.
Muchas veces he oído decir a la gente que lo mejor del mundo es ser un niño, que les encantaría volver a esta etapa. Pero así como vivo yo, no creo, esta niñez que me ha tocado vivir no se la deseo a nadie, a mi si me gustaría ser grande para olvidarme de esto, no me gusta, lo detesto.
Es muy triste ver a pequeños niños en las calles hasta altas horas de la noche sin abrigo, sin comida y sin nadie que los cuide, esta es una realidad bastante difícil de aceptar basta con ver a nuestros propios hijos e imaginar que ellos podrían estar en las calles a su suerte. Debemos exigir que se deje de utilizar el dinero del país en estupideces como viajes u obras inútiles, además de los grandes presupuestos para los sueldos de los congresistas que se la llevan fácil, y que los bienes se utilicen en ayudar a conciencia a quienes en realidad necesitan ser rescatados de la indigencia.
¿Es tan difícil abrir los ojos y darse cuenta?, como estarán esos corazones, ¿negros?

- Son miles de niños que trabajan en las calles, miles de miradas tristes y vacías, miles de corazoncitos que esperan que despertemos para darles un poco de luz.

LAG
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