viernes, 22 de mayo de 2009

Desde la Trinchera...

20/05/09

FELIZ CUMPLEAÑOS QUERIDO VIEJO

Un día como hoy naciste y doy gracias porque ese acontecimiento (tu nacimiento y la historia que tu creaste) sirvió para que yo y muchas otras personas fortalezcamos nuestro amor por Universitario. Doy gracias porque tu me enseñaste a respetar y querer esta vocal sagrada, doy gracias porque solo los hinchas de la “U” tenemos el placer de sentirnos un familiar tuyo.
Cierro los ojos y trato de pensar en ti. Veo muchas imágenes. No es el televisor; realmente no sé qué es, pero me concentro en las imágenes.De pronto estoy en la Hacienda Hualcará, en Cañete.
Desde un costado veo a niños jugando con un viejo balón en una pampa. Entre ellos, hay un pequeño que destaca...De pronto, un ruido estremece el lugar; es algo que choca contra la vieja pared de quincha. Sorprendentemente, el estallido es por el balón que choca contra la pared, disparado por aquel niño. Averigüé y me dicen que es hijo de don Tomás y doña Raymunda; se llama Teodoro.Todo se oscurece. Es 1930.
Ahora estoy en un entrenamiento y no sé cómo llegué. De pronto, veo cómo un balón choca contra el travesaño y deja inservible el arco. Recuerdo haber visto hace algunos años a alguien con la potencia similar para causar algo así. Veo el rostro e imagino que debe tener unos 17 años. Al observar su cara se me hace conocido. Claro, es la misma mirada tierna de aquel muchachito que vi en Cañete; sólo que ahora es joven, pero juega con mayores a él. Veo que todos son de un mismo equipo, ya que distingo una letra “U” en sus uniformes.Ahora entiendo. Muchas veces leí las hazañas de Lolo Fernández, y ahora, mágicamente me veo transportado por algunas estancias de su vida.Recuerdo que gracias a ti se fortaleció mi amor por Universitario.
Uno de mis libros de cabecera fue Enciclopedia de los Campeones, yo era un niño; y recuerdo que muchas de las cosas que ahí leí me parecían inventos, pero luego comprendí que todo era real.
En los estadios veo niños, adolescentes, jóvenes y ancianos con tu rostro en sus polos. De ellos, la mayoría nunca te vio jugar. ¿Cómo explicar entonces tanta pasión? Creo que el hecho de tener actitudes dignas en tu vida quedaron como ejemplo para todos nosotros. ¿Qué jugador en la actualidad puede rechazar un cheque en blanco para firmar por otro equipo? ¿Qué jugador puede defender sólo una camiseta desechando ofertas millonarias, simplemente por amor y fervor a ella? Eso sólo está reservado para ti, y es por eso que te queremos, y de seguro las próximas generaciones también lo harán.
Continúo mi viaje... 1953.
Ahora estoy en el Estadio Nacional. Estaba por jugarse un nuevo clásico. Por estos días, muchos pensaban que ya no deberías estar en el equipo; mientras que otros querían acabar con tu carrera.
Pero era Día de Santa Rosa, y ella, por la devoción que sentías, no te iba a abandonar.Llegó el día. Lolo Fernández tenía 41 años. Finalizado el partido te sacaron en hombros; y muchos de los que te sepultaban terminaron de pie, aplaudiéndote. Habías marcado tres goles al clásico rival. ¿Alguien podía dudar de tu grandeza?
Llegaste un día haciendo goles, y de la misma manera te retirabas.
Ese día, al final del partido, en los camerinos decidiste que era hora de dar paso a otras personas, a otros jóvenes que llegaban al club con la misma ilusión con la que llegaste tú; fue así que tú mismo decidiste retirarte: hasta en eso fuiste grande, por eso siempre serás grande.
Unas semanas después saldrías por última vez en un partido oficial. En esa oportunidad jugarías sólo unos minutos para entregar luego tu eterna camiseta 9... Ya no veríamos tu estampa en la cancha; ya no veríamos la clásica redecilla en tu cabeza.
Los archivos periodísticos dicen que en 1996 tu falleciste luego de una larga enfermedad.
Pero eso es mentira, tú nunca te fuiste. Tú siempre estarás con nosotros. Leí por ahí a un periodista que resumía lo que significaste para nosotros: “Lolo Fernández es la “U” y la “U” es Lolo Fernández”. Qué gran verdad. Porque tú, incluso antes de morir, ya te habías convertido en leyenda.
Dicen que el 17 de setiembre de 1996 todos en el cielo están contentos: la razón, ahora sí tienen al mejor jugador de su lado. Lolo: fuiste tan grande que tu fama trascendió más allá de este planeta. Por eso es que no te podemos olvidar.
Muchos jóvenes olvidan los cumpleaños de sus familiares, el de su mejor amigo o el de su novia; pero nunca olvidan el tuyo; y hoy, yo lo recordé de esta manera.
Por eso es que en cada cancha donde juega la “U”, antes del final del partido hay un canto que baja desde la tribuna popular y que suena mucho más fuerte que todos, hay un canto que sale de lo más profundo del alma...
"...Lolo looo Lolo, Lolo looo Lolo..."

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